Seamos agradecidos con nuestros esclavistas

Qué terrible, qué lamentable y qué patético…

Es tristísimo comprobar una y otra vez como se ha logrado arraigar tan profundamente en el cerebro de la mayor parte de la sociedad, la fantasía de que todo el conjunto integrado por ideas como: gobierno, autoridad, democracia, capitalismo y religión existen para proveer orden, seguridad, prosperidad y paz.

No es inexplicable, pero es absolutamente triste, brutalmente cruel y produce una impotencia sideral, infinita y dolorosa, por el hecho de conocer la verdad de todo esto y no poder hacer nada, absolutamente nada útil para cambiarlo, para terminarlo.

Sobre todo, porque el lavado cerebral es tan perfecto, que los mismos a quienes uno desea desengañar y liberar, se sienten cómodos y extrañamente «felices» de estar en donde nos han dejado y lo que es peor todavía: están dispuestos a combatirnos para defender ese orden y estado de las cosas que creen que «nos beneficia» a todos…

Deja un comentario